Rehenes de nuestras ideologías

En mis dos fugaces experiencias políticas (la segunda más que la primera), siempre me llamó la atención la necesidad que tenían los partidos en los que estuve -creo que es generalizable a los demás- de “fijar postura” sin ninguna demora sobre cualquier cuestión que saltase a la actualidad, pero sobre todo la necesidad de cohesionar a todos sus militantes y cuadros por medio de una herramienta que se llamaba el “argumentario”. Era una fábrica diaria de discurso por la que algunas cabezas pensantes se dedicaban a proporcionar munición dialéctica, indicando qué es lo que había que pensar y sobre todo qué había que decir en nuestros entornos o por si algún cuadro del partido tenía que lidiar en algún foro o ante una “alcachofa”. Sigue leyendo