La Consejería ya ha puesto encima de la mesa todas las cartas. Ahora, gusten o no las que nos han repartido, toca jugar la partida, sin escapatoria colectiva. El liderazgo gris, de bajo perfil y a la defensiva manifestado en los últimos años por parte de nuestra dirigencia política en materia educativa ha quedado aún más comprometido por todos los problemas de gestión mostrados durante el confinamiento y a la hora de preparar la vuelta a las aulas. Ha habido tiempo, la ocasión de la elaboración más colectiva, han corrido ríos de tinta con reflexiones y propuestas, algunas muy interesantes. Pero esto es lo que hay. Así que no queda otra que remangarse, sobre todo a los centros educativos y sus direcciones. Cada vez nos vamos acostumbrando más a que la ciudadanía sostenga un país, al margen y, a veces, a pesar de liderazgos políticos frágiles o torpes. O quizá es que no debe ser fácil.