
En una legislatura cargada de proyectos de ley, el calendario legislativo dejaba para el final la aprobación de la Ley de Educación Vasca. Por razones políticas que se me escapan, o quizá simplemente porque las patatas calientes cuanto antes las soltemos, mejor, se ha decidido darle una prioridad, en el tiempo al menos. Así lo ha anunciado El lehendakari en el reciente debate sobre política general, manifestando la intención de aprobarla en el 2022. Ahora que la pandemia acucia bastante menos, es tiempo, pues, de retomar las cuestiones de fondo pendientes durante tantos años. Por ello, una aguda conciencia de la importancia del momento y de la necesidad de aprovecharlo se ha instalado en el mundo educativo, que ha empezado a bullir con el nuevo curso. Así las cosas, con el deseo de que los procesos vayan por el mejor camino, quisiera hacer algunas precisiones.
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