
Si algo caracteriza al actual consejero de Educación, Jokin Bildarratz, es eso que en política se llama “el talante”, que puso de moda Zapatero. Muchas horas de su gestión se han dedicado a la escucha, a conocer de cerca realidades educativas. Sus pronunciamientos públicos se alejan del dogmatismo y la arrogancia y están continuamente salpicados de referencias a reconocer los logros del pasado, a agradecer el trabajo de los demás, a hacer llamamientos al trabajo conjunto y a la participación inclusiva de todos los agentes. Las referencias a la necesidad de acuerdos y pactos son también un lugar común de sus discursos. Toda esa disposición es un excelente punto de partida que no cabe sino agradecer y aplaudir. Ahora bien, las legislaturas se hacen muy cortas y va llegando el momento de conocer las concreciones metodológicas, esto es, saber qué tiene en la cabeza el consejero, cuando habla de llegar a acuerdos, a un pacto previo a la redacción de una ley vasca de educación.
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