Siempre he sido de aprendizajes tardíos. En mis experiencias políticas, también tardías, he ido realizando aprendizajes, a veces un poco traumáticamente, aunque fueran de manual de 1º de Ciencias Políticas. Uno de ellos ha sido el hoy día tan manejado concepto del relato, tan poco considerado por mí, y tan viejo a su vez como «El príncipe» de Maquiavelo. No importa tanto cuánto de verdad tenga tu posición, sino si has conseguido que tu relato de la realidad sea el hegemónico o que tus temas sean aquellos sobre los que obligas a girar a tus adversarios.
Esta reflexión viene a cuento con el inicio del proceso para la consecución de un pacto escolar, -ahora se prefiere hablar de acuerdo-. Después de largo tiempo de espera, el Departamento de Educación ha tomado al fin la iniciativa y ha reunido a 33 agentes educativos proponiéndoles un proceso de reflexión y debate en torno a 5 temas: Convivencia, lenguas, evaluación, modernización de la educación y autonomía de los centros.
Una agenda de temas es una manera de adelantarse a marcar el terreno de la discusión y de condicionar el marco en que esta ha desenvolverse, obligando a quienes quieran participar a moverse constreñidos en él. Es por eso que ya algunos agentes educativos han mostrado objeciones a la agenda propuesta por el Departamento. EHIGE ha señalado que no existe una definición del modelo educativo y que la segregación escolar está fuera de la agenda. El presidente de HEIZE, Josu Etxaburu, plantea que de lo que hay que hablar es de un plan estratégico para la escuela pública, tantas veces nombrado y nunca realizado, añado yo. Ikastolen Elkartea, por boca de Koldo Tellitu, acota los temas principales a estos tres: el Servicio Público Vasco Educativo, euskera y Currículum Vasco. Finalmente, Kristau Eskola insiste en la financiación y en la necesidad de mejorar los conciertos. Como puede comprobarse, antes de jugarse la partida, la definición del terreno de juego, de la agenda de temas se antoja clave para un buen comienzo y un buen desenlace.
En mi anterior entrada ya hice una propuesta de los temas que me parecen necesarios. Coincido con el Departamento en tres de ellos: La necesidad de superar el actual marco lingüístico, la necesidad de plantearse una renovación metodológica, que prepare para una ciudadanía ecosocial, crítica y activa, y no meramente para fines laborales y mercantiles (este añadido es mío, pero el tema de los fines de la educación en una sociedad no debe olvidarse) y la necesidad de crear un marco estable de evaluación y de indicadores de toda clase, no solo cuantitativos, como parte necesaria de un control público de la eficacia y eficiencia de los gastos educativos.
A estos tres temas, que he adornado con mis particulares enfoques, el Departamento ha añadido otros dos, prescindibles como materia de un pacto, y ha dejado fuera al menos otros dos, totalmente imprescindibles. Entre los temas descartables para un pacto está el de la convivencia y el de la autonomía de los centros. La convivencia puede ser un tema de preocupación educativa y cualquier iniciativa que la mejore debe ser bien recibida, pero no es tema de un pacto escolar, porque es un objeto de deseo, pero no de disputa entre las partes. La autonomía de los centros es una cuenta pendiente muy importante para la Escuela Pública desde la Ley del 93, pero tampoco es objeto de controversia entre las partes, pues los centros concertados tienen un amplio margen de autonomía y de lo que se trata es de desarrollar una política educativa favorecedora de la misma en la Escuela Pública. Mucho por hacer, pero nada que pactar.
Por el contrario se antojan imprescindibles al menos estos dos temas: la segregación y el modelo de vertebración del sistema. Me cuentan que la Consejera se esforzó en la reunión con directores y directoras habida recientemente en meter dentro de la convivencia el apartado relativo al reparto de alumnado. Sin embargo, la segregación escolar, la dualidad del sistema, el tema de las dos velocidades no es una cuestión que pueda estar agazapada en otro título excesivamente genérico. Es una realidad con suficiente entidad como para que no pase por el pacto camuflada. En el Pacto del 92 se habló de reparto cuantitativo del alumnado, ahora hay que hablar también de diversidad e inclusión.
Por último, el tema del modelo de vertebración del sistema es la madre del cordero de cualquier pacto. Lo fue en el 92, lo será ahora. Por eso no se entiende que no haya sido considerado en la agenda de los temas, a no ser que su exclusión sea ya un mensaje, una forma de marcar el terreno donde se va a jugar el acuerdo.
Escuchando esta mañana a Ángel Gabilondo insistía en algo que creo que es previo a cualquier negociación y que pocas veces se explicita. Hablaba de la etimología del término consenso y recordaba que no es otra cosa que compartir sentido común.
Por supuesto que hay cuestiones muy mejorables en el anuncio de la Consejera, pero soy de la opinión de que tras la crítica, siempre necesaria, hay que participar para intentar cambiar desde dentro lodo aquello que parezca necesario. Si no se consigue, siempre quedará recurrir a la escasez de sentido común de algunos/as. Pero se habrá intentado
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No lo pongo en duda, Pablo. Mi entrada no prejuzga si hay que participar o no. Solo es un comentario al hilo de los acontecimientos, un aviso a navegantes por si se quiere tener en cuenta. Gracias por tu reflexión. Un abrazo.
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