¿Pacto a la vista?

En una legislatura cargada de proyectos de ley, el calendario legislativo dejaba para el final la aprobación de la Ley de Educación Vasca. Por razones políticas que se me escapan, o quizá simplemente porque las patatas calientes cuanto antes las soltemos, mejor, se ha decidido darle una prioridad, en el tiempo al menos. Así lo ha anunciado El lehendakari en el reciente debate sobre política general, manifestando la intención de aprobarla en el 2022. Ahora que la pandemia acucia bastante menos, es tiempo, pues, de retomar las cuestiones de fondo pendientes durante tantos años. Por ello, una aguda conciencia de la importancia del momento y de la necesidad de aprovecharlo se ha instalado en el mundo educativo, que ha empezado a bullir con el nuevo curso. Así las cosas, con el deseo de que los procesos vayan por el mejor camino, quisiera hacer algunas precisiones.  

La primera de ellas puede parecer obvia, pero quiero prevenir de la mezcolanza entre el pacto y la ley, dos elementos que no pueden confundirse y que requieren de momentos diferentes y secuenciados. No estamos en el momento de la ley, ni deberíamos referirnos tanto a ella. Estamos en el momento del acuerdo y este paso no puede ser soslayado. La ley no puede ser una superestructura que sobrevuele la realidad que se quiere transformar. Requiere un pacto previo. Si hay un acuerdo amplio, la ley vendrá por añadidura.

Tampoco es el momento de acuerdos genéricos construidos a base de literatura educativa actualizada. Los partidos pueden tener la tentación de construir un texto en el que sea suficiente que algunos de sus eslóganes más representativos se vean reflejados en él para estampar una firma debajo, sin saber muy bien luego cómo se sustancia todo eso. Un acuerdo requiere, por supuesto, la formulación de principios y orientaciones hacia los que se quiere llevar la educación, pero se nutre principalmente de compromisos concretos y evaluables.  

Una tercera consideración es la de que un pacto es un proceso y no un acto puntual que termina en el momento de estampar la firma.  Pactar es el ascético ejercicio que hay que ir realizando a lo largo del tiempo una vez que se acuerden los principios generales y las cuestiones que se van a desarrollar. El texto del Pacto es el momento fundante, pero solo eso, a partir del cual quedan años por delante para desarrollar lo que hemos dicho que queremos y vamos a revisar: sea el decreto de conciertos, el mapa escolar, la digitalización, o la política lingüística, por poner solo unos ejemplos.

Un cuarto elemento es la clarificación de los procedimientos. Estoy convencido que están en marcha múltiples contactos entre agentes, partidos, gobierno, un hervor de iniciativas y de toma de posiciones. Pero, lo he dicho en otra ocasión, es necesario dar a conocer la temporalización de las actuaciones. No sabemos con claridad la secuenciación, si va a haber un acuerdo de partidos que se traslada al mundo educativo o si va a ser al revés, que algún agente social reconocido, como Eusko Ikaskuntza, haga un trabajo previo de participación y síntesis de las aportaciones del mundo educativo y luego los partidos hacen su lectura implicativa del mismo

En una decisión que no sabemos de dónde ha partido, se ha determinado que sea Eusko Ikaskuntza quien lidere ese proceso de recogida de aportaciones del mundo educativo. Era una de las opciones, aunque francamente hace pensar sobre si hay que revisar las funcionalidades del Consejo Escolar de Euskadi. En principio, no tengo nada que objetar. Pero aún no se ha dejado claro si, junto al trabajo de Eusko Ikaskuntza, van a articularse otros modos de participación de los agentes educativos o si las jornadas de octubre de Eusko Ikaskuntza agotan el proceso.

Dejo para el final una última consideración. Creo que es bueno que Eusko Ikaskuntza también aclare los objetivos y los procedimientos. Por ejemplo, ¿tiene alguna relación la jornada del pasado día 11 de septiembre con las jornadas previstas en octubre? Seguramente, sí. ¿Cuál es? ¿Qué hay en la cabeza de su comisión dinamizadora? Y, también: ¿Cómo va a asegurar Eusko Ikaskuntza la pluralidad no solo de la participación, sino también de quienes hagan la síntesis de resultados y conclusiones? Probablemente habrá respuesta pronto a estas preguntas.

En fin, aprovechemos la voluntad política que se percibe en el Departamento y ayudémonos todas las partes porque esto tiene que salir bien.

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