
En pleno disloque por el mal llamado pin parental, la prensa local se ha hecho eco de la decisión del Departamento de Educación de no abrir matrícula en el CEIP Mina del Morro HLHI para el nivel de 3 años en Infantil, nada sorprendente, ya que no ha habido aula de 2 años este curso. Ante las escasas solicitudes de matriculación de los últimos años, se va a proceder a un cierre progresivo, respetando en todo caso la posibilidad de que el alumnado que ya está matriculado pueda terminar el recorrido de la etapa en el propio centro. Ante este hecho, se ha producido una cadena de reacciones en contra, alguna lógica como la del AMPA del centro afectado y otras más interesadas como las de las AMPAs de Karmelo y Luis Briñas, a lo que hay que sumar las críticas de algunos sindicatos y representantes educativos de algunos partidos o coaliciones (EH Bildu y Elkarrekin Podemos). Siento no estar de acuerdo en esta ocasión.
Quiero recordar que el centro público -publificado, pero público al fin- Karmelo Ikastola hace una década buscaba una legítima salida a la precariedad de sus instalaciones, reflejo de otros tiempos de clandestinidad y militancia. Pero ante la propuesta de crear un IPI (2-16 años) con Mina del Morro, las familias de Karmelo se negaron en redondo, porque querían mantener su proyecto educativo con la defensa del euskera y de la cultura vasca como eje central, algo que podía quedar contaminado en la fusión. Por aquel entonces la Administración, para evitar que le estallara (más) un conflicto que ya estaba también en la prensa y en las calles, acabó cediendo para construir un nuevo centro, físicamente pegado al de Mina del Morro, produciéndose un ejemplo de libro de segregación escolar, esta vez dentro de la escuela pública. El paso de los años ha terminado estrangulando a Mina de Morro, lo que facilita que ahora la Administración de forma menos traumática deshaga lo que no debió haber permitido entonces.
Y he aquí que, por razones e intereses muy diversos, ahora se da una confluencia de AMPAS, sindicatos y partidos para defender la continuidad de Mina del Morro, un centro con solo 80 alumnos y alumnas, que se nutre en buena parte de alumnado procedente de la comisión de la escolarización y de otras minorías étnicas, en cualquier caso, con un alumnado con un índice socioeconómico muy bajo, lo que está entre los factores explicativos de su baja matrícula. El AMPA de Mina del Morro pide una “oportunidad”, las AMPAs de Karmelo y Luis Briñas apoyan a Mina del Morro en aras de la diversidad de proyectos de la escuela pública en el barrio, LAB denuncia que Educación deja con una línea pública menos al barrio y ELA critica que el cierre de este centro vulnera el derecho de las familias a matricular a sus hijos e hijas en la educación pública. A este coro se han sumado algunos responsables educativos de EH Bildu y Elkarrekin Podemos manifestándose en contra de los macrocentros ( EH Bildu), en defensa de la escuela pública, en contra de la concertada y a favor de una sociedad cohesionada y diversa (¿?) (Elkarrekin Podemos).
No hace falta ser muy perspicaz ni particularmente malpensado para saber que dichas razones biensonantes ocultan otras razones para oponerse a la verdadera cohesión y heterogeneidad que supone la fusión, brusca o a cocción lenta, de dos realidades sociales que pugnan por no mezclarse, porque cada cual prefiere mantenerse endogámicamente en su realidad sociológica conocida. Los gitanos y extranjeros consigo mismos. Luis Briñas y sobre todo Karmelo porque no quieren mezclarse en Infantil y Primaria con otros colectivos sociales menos glamurosos, léase más pobres y menos «autóctonas». Aquí, como en otras realidades con la concertada de por medio, el euskera y la cultura vasca siguen funcionado como filtro social, pese a contar ahora con menos argumentos que hace una década porque Mina del Morro ha migrado ya al modelo D.
Pero en esta ocasión concreta meter a la concertada no viene a cuento, si no es como tic ideologizado con tufo de argumentario manido. No se van a perder líneas en la Escuela Pública, porque el Departamento ya ha anunciado que si hace falta se abre una más en Karmelo. Las familias de Mina del Morro no son potenciales usuarias de la concertada en una inmensa mayoría. Finalmente, un hipotético IPI de tres líneas no es ningún centro monstruoso, menos si cuenta con dos edificios contiguos que permiten la separación de etapas.
A la Administración no se le puede pedir que sea audaz en su planificación para tomar medidas contra la segregación y criticarle cuando lo hace. Hagamos pedagogía para superar los miedos sociales en todas las comunidades. Demos una “oportunidad”, sí, pero al mestizaje y a la convivencia y no le hagamos la vida imposible a la Administración cuando hace los deberes. Espero que en esta ocasión las presiones no consigan arrugarle.
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